Hace mucho que no actualizo el blog, y hoy, martes de carnaval, me he acordado de una escena del libro "Los Guardianes de la Espada" que transcurre precisamente en una noche de Mardi Gras, en la lejana Orleans de 1949. ¿Qué mejor manera de celebrar este día compartiendo dicha escena con vosotros?
Recuerdo que cuando me estaba documentando para esta escena en particular, encontré esta portada de la revista TIME y el artículo que escribieron al respecto, y me pareció tan curioso, así que usé esa información para ambientar mi escena...
A los que aún no hayáis leído la novela, espero que os guste!!!
ESCENA DE LA NOVELA "LOS GUARDIANES DE LA ESPADA"
1 de marzo de 1949, Nueva
Orleans
Corría
un extraño rumor en las calles: el genial trompetista y cantante
Louis Armstrong había sido nombrado aquel año rey Zulú del desfile
del Mardi Gras. Para Gwendoline Hennessy, de dieciocho años, aquella
era una noticia fascinante. Era una gran admiradora del músico a
pesar de la oposición de su padre, un reputado y adinerado caballero
de las altas esferas de Nueva Orleans. El hombre, que provenía de
una familia de rancio abolengo, consideraba insultante que su
preciosa hija tuviera algo que ver con la gente de color. De cara a
los demás, por supuesto, su racismo se ocultaba tras una sonrisa
condescendiente y los comentarios más correctos. Pero de puertas
para adentro de su casa, Hennessy guardaba celosamente la pureza de
su sangre y la blancura de su piel. Y no iba a consentir que su
pequeña bailara al son de aquellas melodías infernales y retozara
junto a todos esos individuos desenfrenados que defendían una música
tan amoral.
Aquel martes por la mañana, tras
conocer las intenciones de su hija, Hennessy se había visto obligado
a prohibirle que saliera de casa. ¡Quería asistir al desfile Zulú,
en el barrio negro, para ver al rey en persona! Por encima de su
cadáver.
Sin embargo, el jazz corría por
las venas de la joven Gwen como una droga y necesitaba su dosis.
Sobre todo en Mardi Gras. ¿Cómo se atrevía su padre a prohibirle
que saliera a la calle en el mejor día de todos? Había estado
esperando ese acontecimiento durante mucho tiempo y no pensaba acatar
su tiránico mandado.
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Al fin, alzándose de puntillas,
pudo ver la carroza que buscaba avanzando por la avenida Washington.
El rey Zulú vestía una larga falda de paja, una capa verde y una
corona de cartón dorado. Iba con la cara pintada de negro y aún
desde la distancia, Gwen pudo comprobar cómo le brillaban los ojos a
causa de la diversión.
La
carroza se detuvo frente a la Gertrudis
Geddes Willis Funeral Home, donde
la reina Zulú ya estaba aguardando al rey para su obligado brindis
oficial. Gwen se encontró de pronto sepultada entre la gente que
quería acercarse lo máximo posible para participar de tan alegre
acontecimiento, hasta que aquella marea humana la lanzó directamente
a los brazos de un desconocido.
Fue
un encontronazo inesperado. Apretada contra aquel cuerpo extraño,
sólo pudo levantar la cara para mirar los ojos que cambiarían su
vida para siempre.
–¿Te
encuentras bien, muchacha? –le preguntó el extraño.
Bajo
la capa de pintura negra que adornaba su rostro, Gwen apreció unos
rasgos blancos muy atractivos. Era bastante inusual ver a un chico
que no fuera de color en la comparsa del desfile Zulú. Pero no fue
eso lo que más le llamó la atención... Fueron sus ojos. Dos ojos
negros de una profundidad apabullante, que parecían encerrar en la
oscuridad de sus pupilas el secreto de cientos de vidas gastadas.
Los Guardianes de la Espada, @Victoria Rodríguez
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