domingo, 29 de julio de 2012

Pueblo de brujas: Zugarramurdi

Hola a todos!!

Como habréis podido ver, he estado ausente por vacaciones y el blog ha estado muy parado...

Hoy os traigo una entrada que me hace mucha ilusión ya que tiene que ver con uno de los escenarios de mi novela Los Guardianes de la Espada: Zugarramurdi, el pueblo de las brujas. 

La semana pasada estuve visitando tierras navarras y por fin pude acercarme hasta esta localidad en la que sitúo algunos de los capítulos del libro y que, hasta el momento, no tenía la suerte de conocer. 

Tengo que decir que toda la zona en general me pareció preciosa, y Zugarramurdi es uno de esos pueblos inolvidables, tanto por las leyendas que recorren sus calles como por su belleza: sus paisajes verdes son interminables, y sus casas blancas de carpintería de madera repletas de geranios, rosas, hortensias... son un espectáculo para la vista.




En primer lugar, visitamos las famosas cuevas, algo que yo estaba deseando porque es precisamente donde uno de mis protagonistas, Gareth, conoce a Estevanía, una joven muchacha que le marcará para el resto de su vida... No me defraudaraon, en absoluto. Todo lo contrario. El lugar está cargado de magia y mientras lo recorres, tienes la impresión de haberte introducido en un mundo distinto, antiguo y místico.


Seguimos la ruta indicada por los guías, empezando la visita por el camino de la derecha hacia el mirador y que ascendía a la parte más alta del conjunto. <>En la parte que quedaba sobre las cuevas, yo buscaba algo concreto que sale en la novela... y lo encontré: El Laurel, una de las cosas que Estevanía lleva dentro de su amuleto y que le da suerte.

"El chico la devoraba con la mirada, o eso le parecía a ella. Se quedaron en silencio unos segundos, hasta que él acarició el amuleto que llevaba colgado del cuello. A Estevanía aquel gesto se le antojó muy íntimo y notó cómo le hormigueaba la boca del estómago.
–¿Qué es esto?
Ella levantó el saquito de cuero negro para que lo viera mejor.
–Es mi amuleto. Dentro hay laurel; Graciana dice que atrae la buena fortuna y la prosperidad. Me lo fabricó ella con las hojas del laurel que crece sobre estas cuevas. Es único en los alrededores y todos los vecinos creen que es muy especial.
Era cierto. En las proximidades crecían nogales, robles y fresnos; avellanos e incluso espinos. Pero sólo un laurel, único y exclusivo, arraigado en lo alto de aquellas mágicas cuevas."

Aquí podéis verme cogiendo una hoja del laurel para llevarme un poquito de la magia del lugar:

Tras sacar unas cuantas fotos en el mirador, continuamos por el camino al que llaman del Contrabando, porque antiguamente por esta zona cruzaba la ruta que seguían los contrabandistas en 1914 en épocas de escasez, pasando mercancías como chocolate, café, azúcar, etc...
<>
<>Continuamos avanzando hasta llegar al Arroyo del Infierno. El rumor de las aguas impregna todo el lugar de una musicalidad mística y no te cuesta nada imaginarte a las brujas convocando allí a los espíritus de la naturaleza:

 ¡Oh, Espíritu! Tú que conoces el secreto de la vida, muéstrame el camino de la verdad, permíteme bailar alrededor del fuego de mis antepasados, enséñame a ser tan libre como el viento, tan fuerte como el halcón y tan sabia como la naturaleza.


Por fin, después de cruzar el Puente del Infierno, llegamos a las zonas de las cuevas. La primera es la cueva del Akelarre, donde estas mujeres se reunían para llevar a cabo sus ceremonias y sus ritos espirituales. Sin duda, allí dentro pueden respirarse aún los misterios del pasado...

A continuación, el camino nos llevó a la Cueva Grande, por donde discurre el Arroyo del Infierno y donde se celebraban las reuniones de vecinos del pueblo para bailar, comer, beber... y lo que se terciara tras las duras jornadas de trabajo. Un lugar ideal para una fiesta, ¿a que sí?




Y aquí podéis verme casi convertida en una de aquéllas brujas...



Cuando abandonamos las cuevas, nos fuimos a comer, y nuestros pasos nos llevaron, cómo no, al Albergue de las Brujas, también conocido como "Graxiana". Allí recuperamos fuerzas y descansamos para la siguiente etapa del camino, que era el Museo de las Brujas o Sorgiñas, como allí se las conoce. Y, como sus propias leyendas nos cuentan: "No hay que creer que existan; no hay que decir que no existen"

Me encontré también con otro de los elementos que aparece en mi novela y que tiene su protagonismo en la historia de los Guardianes: La Eguzkilore o flor de cardo, que antiguamente colocaban en los dinteles de la puerta. Os dejo con las palabras de Graciana, uno de mis personajes; ella lo explica mucho mejor:
En el albor de los tiempos –comenzó a narrar Graciana con voz solemne, llamando su atención–, Ama Lur creó la luna y el sol para proteger a los hombres de los seres fantásticos y demoníacos. Sin embargo, la tenue luz de la luna no era suficiente para evitar que salieran dichas criaturas y vagaran a sus anchas por el mundo –hizo una pausa misteriosa que aumentó la expectación de sus oyentes antes de proseguir–. Por eso, hizo brotar una flor con apariencia de sol, la Eguzki Lore, y la ofreció como regalo a la humanidad. Es un arma poderosa aún en nuestros días; sabed que colocada en el dintel de las puertas evita que las formas de la noche atraviesen el umbral de nuestros hogares.



En el museo pudimos ver también el homenaje que les rinden a todas las víctimas de la persecución que tuvo lugar por parte de la Inquisición en el siglo XVII. Hay unas cuantas columnas grabadas con los nombres de todos aquellos que fueron sometidos a la injusticia, torturados y ejecutados en el Auto de Fe que tuvo lugar en Logroño en noviembre de 1610. En la foto podemos ver que aparece el nombre, la edad y el pueblo del que procedían las víctimas... (pude comprobar que en algunas de las tablillas había incluso niños, de edades entre 7 y 16 años, increíble)

Y tras la salida del museo, terminó nuestra visita a Zugarramurdi (no sin antes hacernos con unos cuantos recuerdos, por supuesto). Sólo me queda añadir que para mí fue un privilegio poder visitar el lugar y sus increíbles y legendarias cuevas. El aire que se respira tiene tanta magia, que no me costó anda imaginar a mis personajes bailando a la luz de las fogatas en uno de aquellos Akelarres. Es fascinante conocer en persona aquello de lo que has escrito y comprobar que la realidad supera la ficción...

(Disculpad si me he alargado mucho con la entrada o si os he saturado con tanta foto, pero quedé tan encantada con la visita, que no me he podido contener.)





2 comentarios:

  1. ¡¡Qué pasada de fotos/sitio!!!
    Ya me he comprado tu libro así que cuando lo lea voy a tener una idea buenísima de la localización :)) Besetes

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  2. ¡Qué artículo mas chulo! y que viaje mas bonito.
    Besos!!

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